Feijóo da un paso más y asegura que Israel está cometiendo un genoci
SE PREVÉ QUE PARA EL LUNES QUE VIENE YA LO CALIFIQUE DE GENOCIDIO
Javi Ramos
En las últimas horas, el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, ha endurecido su discurso contra Netanyahu en diferentes declaraciones.
Este mediodía, el líder de la oposición ha asegurado que Israel está cometiendo un genoci. «Y hasta aquí puedo leer», ha dicho el político gallego.
Aunque hace unos días Feijóo ya había dicho que lo de Gaza era un geno, en esta ocasión ha ido más allá y le ha añadido dos nuevas letras a la palabra.
«Calificar de genocidio lo de Gaza sería una barbaridad, por mucho que lo diga la izquierda radical. Lo de Gaza es un genoci de libro», ha insistido el líder de los populares.
Siguiendo con la progresión de sus declaraciones, los expertos en política prevén que, para el lunes que viene, Feijóo ya calificará de genocidio lo de Gaza.
«El sábado será un genocid y el domingo un genocidi», apuntan.
Aventuran incluso que el Partido Popular pasará a ser el que abandere la lucha en favor de los derechos humanos en Palestina en cuanto se atreva a dar el paso y emplee el término genocidio.
Cuando logren calificar de genocidio lo que hace Israel en Gaza, a los asesores de Feijóo ya solo les quedará convencer al político para que deje de mentar a la fruta y se refiera a Pedro Sánchez directamente con la expresión «hijo de puta».
Lo curioso es que, mientras la palabra avanza sílaba a sílaba como si fuese una teleserie turca, el debate político se enciende cada vez más.
En las tertulias, algunos opinadores ya juegan a las apuestas: ¿qué llegará primero, el “genocidio” completo en boca de Feijóo o el fin de la legislatura?
Incluso circula un calendario de sobremesa con casillas para ir tachando: “lunes genocidio, martes rueda de prensa, miércoles desmentido oficial”.
Los portavoces del PP, por su parte, han intentado salir al paso aclarando que el líder está siendo “prudente” y que no quiere “etiquetar en exceso”. Sin embargo, la explicación no ha convencido a nadie.
La oposición acusa al gallego de estar practicando una política fonética, más preocupada por las letras que por las vidas humanas en Gaza.
Y en redes sociales ya se viralizó el hashtag #GenociGate, acompañado de montajes en los que Feijóo aparece como concursante de un programa de deletreo.
Mientras tanto, el Gobierno observa la escena con una mezcla de diversión y oportunismo. Desde Moncloa señalan que “es positivo que el líder de la oposición empiece a reconocer lo evidente, aunque lo haga en fascículos”.
Para los socialistas, cada nueva letra pronunciada por Feijóo supone una victoria simbólica en la batalla por el relato internacional.
Lo que resulta indiscutible es que el tema ha devuelto al conflicto de Gaza al centro del debate español. Ya no se discute solo sobre la política exterior de Sánchez o la estrategia diplomática de Bruselas;
ahora también se comenta sobre la habilidad lingüística de Feijóo y sobre la capacidad de la clase política para convertir una tragedia humanitaria en un espectáculo mediático.
No faltan quienes ven en todo esto una metáfora involuntaria: así como el líder popular avanza poco a poco hacia el reconocimiento de un genocidio, buena parte de Europa ha tardado demasiado en llamar las cosas por su nombre.
La diferencia es que, mientras Feijóo añade sílabas, en Gaza siguen acumulándose víctimas.
Algunos analistas advierten que, si finalmente pronuncia la palabra completa, Feijóo podría quedar atrapado en un dilema: mantener su línea crítica contra el Gobierno, o alinearse con él en un tema tan sensible.
Y en política, coincidir con el adversario suele ser tan arriesgado como equivocarse.
De momento, lo único seguro es que su peculiar “genoci-tour” ha convertido una declaración seria en un festival de memes.
La pregunta es: ¿será recordado como el político que dio un giro histórico en la postura del PP respecto a Palestina, o como el líder que tardó una semana en terminar de pronunciar una palabra?
Al final, lo de Feijóo y su “genoci” no es solo un desliz fonético, sino un reflejo de la política española actual: un espacio donde cada palabra se mide, se retuerce y se convierte en titular antes de que tenga un impacto real en la vida de la gente.
Mientras en Gaza se cuentan los muertos por centenares, aquí contamos las letras que un líder tarda en articular.
La paradoja es brutal. Quizá el lunes logre terminar la palabra y el martes se abra otro debate que nada tiene que ver con Palestina.
Pero lo que quedará en la memoria colectiva será la imagen de un político atrapado entre su miedo a incomodar y su necesidad de parecer humano.
Y eso, en los tiempos que corren, es casi tan demoledor como el propio genocidio que intenta nombrar a cuentagotas.