La exótica infancia de la reina Sofía en Egipto: tardes en la piscina, Navidades muy distintas y una educación alemana.
La reina Sofía pasó parte de su infancia en Egipto durante el exilio de la familia real griega en la Segunda Guerra Mundial.
La infancia de la reina Sofía no fue como la de las otras princesas europeas.
Mientras sus tocayas royals crecían entre bailes, vestidos y lujos, la hija de Pablo de Grecia y Federica de Hannover experimentó un exilio forzado desde muy temprana edad.
Y es que la historia de la familia real griega está intrínsicamente ligada a tiempos de revuelo social y político.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas del Eje invadieron Grecia y obligaron a todos los miembros de la Corona a abandonar el país.
Una situación que forzó a los reyes a abandonar Grecia cuando Sofía apenas tenía 2 años y medio.
Un periplo de más de 20 mudanzas que marcaría profundamente la personalidad de la princesa y la relación con sus hermanos.
De hecho, Irene de Grecia nacería durante este éxodo.
Creta, Sudáfrica o Egipto son tres de los países en los que Sofía creció durante esa búsqueda por encontrar un nuevo hogar durante ese destierro tan doloroso y precipitado.
Recientemente, sus recuerdos en Alejandría, una de las ciudades más importantes del país, han salido a la luz por el reciente viaje oficial de los reyes Felipe y Letizia a ‘El Cairo.
En una de las noches durante su estancia, los monarcas cenaron con el presidente de Egipto, Abdelfatah El-Sisi y la primera dama, Entissar Amer en el hotel Mena House.
La reina Sofía con 10 años, junto a sus hermanos la princesa Irene y el príncipe heredero Constantino.
Aunque este hospedaje se ha convertido en uno de los alojamientos más lujosos del país, su historia se remonta a mucho antes.
Fue conocido por ser uno de los lugares de refugio de personalidades como el rey Jorge V de Reino Unido o la escritora Agatha Christie.
Y, además, está vinculada a la historia de nuestra reina emérita.
La infancia de la reina Sofía.
Nada más abandonar Grecia, Pablo de Grecia instaló a su familia en Egipto, donde se estableció el gobierno del rey Jorge II, tío de doña Sofía. Sabiendo de su situación tan delicada, la familia real egipcia, representada entonces por los reyes Faruq, dio la bienvenida a la familia real griega y les dio espacio en el lujoso hotel Mena House.
Esto le permitió vivir a una pequeñísima Sofía algunos momentos de felicidad y jolgorio.
Un claro ejemplo es el primer recuerdo que tiene de su padre en la piscina de este hotel.
Era 1941 y la entonces princesa solo tenía tres añitos. Se encontraba cerca del agua, cuando su padre le dijo que saltara y extendió sus brazos hacia ella para cogerla.
Este se convertiría en el primer recuerdo de la doña Sofía, tal como recoge Pilar Eyre en ‘La soledad de la reina’.
La reina Sofía en una foto de archivo cuando era una niña.
Una anécdota a la que también se refiere Pilar Urbano en la biografía de la emérita. “Yo sentía mucho miedo. Era un desafío muy nuevo“, contaba la mismísima reina a la escritora.
Otra de las anécdotas que recuerda de esta época son unas Navidades en este mismo hospedaje.
“Pasamos una Navidad en el hotel Mena House, en el Cairo, junto a las pirámides.
Allí estaban tía Catalina [hermana pequeña del rey Pablo] y su amiga Mary Athinageny, que era una dama de la corte, pero joven”, recordaba doña Sofía para Urbano.
“Nos decían todo el rato que Papá Noel iba a venir. Yo me fui con mi hermano a otra habitación y de vez en cuando, mirábamos por la cerradura de la puerta y veíamos ¡que eran ellas dos! las que ponían los regalos junto a un abeto.
Después tuvimos que disimular como si hubiese sido una sorpresa”, relataba, con ternura, la emérita.
Durante su estancia en el país, también pudo acudir al colegio por primera vez.
Con 6 años ingresó en el English Girls College, donde logró forjar algunas amistades que la sorprenderían años después.
Su educación en esta institución se basaba en el modelo alemán, de donde era originaria parte de su familia.
Aprendió a leer y escribir y obtuvo conocimientos de aritmética y algunos idiomas.
También le transmitieron disciplina y valores, así como la importancia del deporte, como la danza o la gimnasia.
En 2002, Sofía volvió a este colegio ya como reina, donde identificó sin duda alguna cuál fue su clase, contó historias que vivió en el comedor y recordó cómo interpretaron la obra ‘Tres ratones ciegos’ en la sala de teatro.
Era entonces cuando cuatro compañeras la sorprendieron y, junto a la Asociación de Antiguas Alumnas, cantaron el himno del colegio.
Eso sí, al contar estas anécdotas, la madre de la infanta Cristina ubica este hotel en Alejandría, donde vivieron unos años.
Sin embargo, siempre estuvo en El Cairo, por lo que su recuerdo proviene de una visita a esta ciudad.
Momentos muy duros.
No obstante, no todo lo que vivió fue tan alegre. Para empezar, el choque cultural fue brutal.
La escritura era distinta, el idioma no tenía nada que ver y las tradiciones les eran totalmente desconocidas.
Además, Egipto, como todo el mundo, se encontraba en un momento muy convulso políticamente.
De hecho, la entonces princesa Sofía sentía auténtico pánico de las sirenas que sonaban por los bombardeos y la muerte que acechaba en cada esquina de la ciudad, tal como relata Pilar de Arístegui en otra biografía de la reina.
Por ejemplo, en una ocasión, mientras ella y su hermano Constantino jugaban en la calle vieron el cadáver de un vecino, fallecido a causa de la peste.
Una imagen impactante que les recordó, una vez más, que su vida no estaba siendo como el de sus homólogos europeos.
También, la precariedad del momento hizo que tuviera que aguantar situaciones que a día de hoy parecen impensables.
“En El Cairo tuvieron que sacarme una muela. Me anestesiaron un poco con éter; pero me dolía la boca, a rabiar, y tenía inflamada la mejilla con un flemón”, contó a Pilar Urbano.
A pesar de ello, doña Sofía acudió al evento que tenía con su familia.
Una resiliencia que años después quiso transmitir a sus hijos: “Tuve que ir con mi familia al hipódromo, a las carreras, y estarme allí quietecita, y sin lloriqueos. Entonces aprendí lo que luego les enseñé a mis hijos: ¡aguantoformo!”.
La vuelta a Egipto.
Después de un exilio largo y agotador, la familia real griega logró volver a su país y se instalaron en el Palacio Tatoi, la residencia privada de la familia real griega.
Fue allí cuando, por fin, Sofía y sus hermanos empezaron a gozar de una infancia más normal.
Eso sí, Egipto había quedado grabado a fuego y arena en el corazón de la emérita.
Tanto es así que cada vez que ha podido volver al país, lo ha hecho.
La primera vez fue en 1977, ya casada con el rey Juan Carlos I, que acababa de subir al trono tras la muerte del dictador Francisco Franco.
Su visita formaba parte de una gira en la que los nuevos reyes se presentaban ante los distintos países árabes con los que tenían vínculos.
Las sensaciones fueron tan buenas que la reina regresaría durante las siguientes décadas en varias ocasiones.
La más reciente fue en 2022 con motivo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27).
Recuerdos de una infancia alterada por las circunstancias políticas que le permitió absorber parte de los valores que aún hoy exhibe la reina Sofía: entereza, resiliencia y determinación.