La diputada de Lleida, figura clave del PSC y exprofesora universitaria, utiliza su móvil para grabar ‘ilegalmente’ a la bancada del PP
La sesión de control al Gobierno de este miércoles en el Congreso ha dejado una escena insólita.
Montse Mínguez (Lleida, 1976), diputada del PSOE por Lleida y actual portavoz del grupo socialista, sacó su teléfono móvil y realizó varias fotografías o grabaciones dirigidas a la bancada del Partido Popular mientras intervenía Pedro Sánchez.
Según testigos, acompañó el gesto con muecas y expresiones burlescas hacia los diputados populares.
Lo más llamativo fue la ausencia de reacción por parte de la presidenta del Congreso, Francina Armengol.
El reglamento prohíbe de forma expresa grabar o tomar imágenes sin autorización, pero Armengol no interrumpió la sesión ni llamó la atención a la diputada.
La permisividad generó críticas inmediatas de la oposición, que denunció un “trato de favor” hacia el grupo socialista y un incumplimiento del principio de neutralidad.
El artículo 98.4 del Reglamento del Congreso es claro.“No se podrán realizar grabaciones de las sesiones de los órganos parlamentarios sin la autorización de la Presidencia del órgano”.
La norma busca preservar el decoro institucional y la igualdad entre los diputados.
Varios miembros del PP pidieron que la infracción constara en acta, recordando que constituye una falta grave.
Desde el PSOE se ha tratado de minimizar la polémica.
Aun así, el hecho de que Armengol no la advirtiera ha reavivado el debate sobre la imparcialidad de la Presidencia y el respeto a las formas en el hemiciclo.
El episodio llega en un momento delicado para el partido entre el caso Ábalos y el caso Begoña Gómez.
Para algunos sectores socialistas, la falta de sanción a Mínguez refleja un clima de permisividad dentro del grupo parlamentario.
Especialmente cuando los gestos controvertidos proceden de dirigentes cercanos a Pedro Sánchez.
De Lleida al Congreso: El ascenso de Montse Mínguez
Montserrat Mínguez García nació en Lleida en 1976. Es licenciada en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Rovira i Virgili y cuenta con un máster en Contabilidad, Auditoría y Control de Gestión por la Universidad de Lleida.
Antes de entrar en política, fue profesora asociada en esa institución, donde impartió asignaturas de economía pública y control presupuestario.
Su trayectoria política comenzó en el Ayuntamiento de Lleida en 2003, como concejala del PSC.
En 2007 fue nombrada teniente de alcalde, cargo que mantuvo durante más de una década. En ese tiempo gestionó áreas sensibles como Economía y Recursos Humanos.
Su perfil técnico la consolidó como una figura de gestión más que de confrontación.En 2015 asumió la portavocía del grupo municipal socialista, aunque perdió las primarias para la alcaldía frente a Fèlix Larrosa.
En 2019 encabezó la lista del PSOE/PSC por Lleida al Congreso y obtuvo un escaño, algo que el socialismo no lograba desde hacía años en la provincia.
Su victoria fue interpretada como un símbolo: el regreso del PSC no independentista a un territorio dominado por el secesionismo.
Desde entonces ha sido reelegida dos veces y ha ocupado cargos de relevancia en la Cámara.
Fue portavoz de la Comisión de Presupuestos y secretaria general del grupo parlamentario socialista.
En julio de 2025 Pedro Sánchez la nombró portavoz del PSOE en el Congreso.Sustituyó a Esther Peña y pasó a ser una de las figuras más visibles del grupo.
El nombramiento fue leído como una apuesta directa del presidente por una dirigente leal, con perfil técnico y sin excesiva proyección mediática.
Entre la disciplina con Ferraz y la provocación con la oposición
El ascenso de Mínguez ha sido constante, aunque no exento de polémicas.
Su estilo disciplinado con la cúpula del PSOE contrasta con su comportamiento más provocador frente a la oposición.
En el Congreso ha protagonizado varios gestos controvertidos: risas, gesticulaciones irónicas y comentarios murmurados desde su escaño que han sido captados por las cámaras del hemiciclo.
No es la primera vez que su actitud genera titulares.
En otras sesiones ha sido criticada por burlarse abiertamente de diputados del Partido Popular y de Vox durante intervenciones de sus portavoces.
También tuvo enfrentamientos en redes sociales con figuras mediáticas del entorno conservador, como el periodista Bertrand Ndongo.
Su estilo frontal la ha convertido en un perfil divisivo dentro del propio socialismo.
Mientras la dirección de Ferraz valora su fidelidad y su eficacia en la gestión del grupo parlamentario, varios diputados admiten en privado que su carácter combativo daña la imagen institucional del PSOE.
El incidente con el móvil refuerza esa percepción: una portavoz que exige respeto a la oposición, pero cruza con frecuencia la línea del decoro parlamentario.
La presidenta del Congreso, Francina Armengol, tampoco ha escapado al foco.
Su silencio durante la escena en la que Mínguez grababa y gesticulaba ha sido interpretado como un gesto de complacencia.
Armengol tenía la potestad de advertir o llamar al orden a la diputada, pero decidió no hacerlo.
Para la oposición, ese silencio equivale a un aval.
Críticas, contradicciones y un estilo bajo escrutinio
Aunque Mínguez no ha estado envuelta en casos de corrupción, su figura acumula críticas por la falta de autonomía respecto a la dirección del partido.
Dentro del PSOE se la considera una de las portavoces más fieles al núcleo de Sánchez, dispuesta a defender cualquier posición marcada por Ferraz.
Esa lealtad le ha permitido ascender, pero también ha alimentado la idea de que carece de criterio propio.
En la crisis de los pagos en efectivo del partido, Mínguez protagonizó otra polémica al declarar: “Somos tan transparentes que hasta nuestros sobres son transparentes”.
La frase, que buscaba ironizar, generó rechazo incluso dentro del PSOE.
Muchos interpretaron sus palabras como una banalización de una práctica que el propio Gobierno asegura querer erradicar.
Su defensa cerrada del partido contrasta con sus desplantes dentro del Congreso.En varias ocasiones ha sido captada riendo o gesticulando durante intervenciones de la oposición.
La escena más reciente, grabando y haciendo muecas mientras hablaba el presidente, resume esas dos facetas: la dirigente disciplinada con la cúpula y la provocadora con sus adversarios.
El hecho de que Armengol no actuara alimenta la idea de que el grupo socialista disfruta de un margen de impunidad dentro de la Cámara.
Varios diputados del PP han anunciado que pedirán explicaciones formales a la Presidencia.
Incluso algunos miembros del PSOE admiten que el episodio “rompe el tono de respeto” que el partido intenta proyectar.