Nadie en Roma lo vio venir… o tal vez sí. 👁️ Antonio Pelayo, el sacerdote que durante décadas entró y salió del Vaticano como un hombre intocable, acaba de quedar bajo la sombra más peligrosa: acusado de acoso sexual. Pero lo inquietante no es la denuncia… sino quién está moviendo los hilos para que no se hable del caso. Archivos sellados, órdenes desde arriba y un silencio que pesa demasiado. ¿Por qué el Vaticano teme tanto lo que Pelayo podría contar… si hablara?

La denuncia ubica el supuesto acoso del periodista Antonio Pelayo en un piso de la Obra Pía ligado a la embajada española ante la Santa Sede

Antonio Pelayo (Valladolid, 1944), sacerdote y corresponsal en Roma durante más de cuatro décadas, ha sido acusado por la Fiscalía de la capital italiana por un presunto delito de agresión sexual.

La denuncia la presentó un periodista italiano de unos 40 años  que afirma haber sido víctima de un intento de acercamiento sexual no consentido.

Lo oculto de Antonio Pelayo, el sacerdote y corresponsal en El Vaticano acusado de acoso sexual

Según fuentes cercanas, los hechos supuestamente ocurrieron tras una cena, en un inmueble al que Pelayo invitó al periodista.

Este inmueble está gestionado por la Obra Pía Española, una entidad adscrita a la Embajada de España ante el Vaticano.

El denunciante asegura que el sacerdote intentó forzar una relación íntima.

Añade que, tras rechazarlo, recibió un mensaje de disculpa: “Lo siento mucho, no quería molestarte”.

La Fiscalía considera ese mensaje y el testimonio como indicios sólidos para formular la acusación.

De Valladolid a Roma, pasando por París

El periodista y sacerdote ahora acusado Antonio Pelayo nació en Valladolid en 1944.

Fue ordenado sacerdote en 1968 y dos años después se licenció en periodismo.

Inició su carrera en el diario Ya y en la revista Vida Nueva, publicaciones del ámbito católico.

Desde el principio destacó por su análisis de la política vaticana.

En 1976 fue destinado a París como corresponsal de Ya.

Allí cubrió información internacional y llegó a presidir la Asociación de la Prensa Extranjera en Francia.

Permaneció en la capital gala casi diez años.

A mediados de los ochenta se trasladó a Roma. Su objetivo era cubrir la actualidad del Vaticano, un ámbito que marcaría toda su vida profesional.
Lo oculto de Antonio Pelayo, el sacerdote y corresponsal en El Vaticano acusado de acoso sexual

Durante los años noventa consolidó su puesto como corresponsal permanente. Según fuentes cercanas, “su salto definitivo llegó con la entrada de Mario Conde en el accionariado de Antena 3″.

“El entonces presidente de Banesto buscaba acercar la cadena a la Iglesia y obtener respaldo eclesiástico”.

En ese contexto, Pelayo fue nombrado corresponsal en la Santa Sede. Conservó ese cargo durante décadas.

Desde entonces, se convirtió en una voz reconocible para el público español. Sus crónicas sobre el Vaticano llevan apareciendo en televisión, radio y prensa escrita desde hace décadas.

También ha colaborado con medios como El Correo Español–El Diario Vasco.

Un carácter controvertido

A pesar de su prestigio, Pelayo siempre generó opiniones encontradas. Algunos colegas lo describen como un periodista hábil, aunque de trato complicado.

Fuentes próximas aseguran que no todos los corresponsales en Roma lo apreciaban.

Varios compañeros mencionan episodios que reflejan su ambición profesional.

El más citado ocurrió durante una cobertura en la capital de Egipto.

Paloma Gómez Borrero, corresponsal de la COPE y Telecinco, perdió el vuelo y no pudo viajar.

“Pelayo avisó a los jefes en España y se quedó con la cobertura desde El Cairo. Desde entonces, su relación con Gómez Borrero se enfrió”, sentencian fuentes cercanas.

Con el tiempo, Pelayo estrechó lazos con la diplomacia española en Roma.

Cuando Francisco Vázquez fue nombrado embajador ante la Santa Sede, en 2006, el sacerdote se incorporó como asesor religioso.

Desde entonces ha mantenido ese cargo con todos los embajadores, incluida María Isabel Celaá Diéguez, actual representante ante la Santa Sede.

El caso judicial contra Antonio Pelayo

Como mencionamos, la denuncia que ahora trae problemas a Antonio Pelayo se presentó el pasado mayo.

El periodista italiano habría conocido a Pelayo tras la muerte del papa Francisco, mientras cubría el proceso previo al cónclave.

Según su versión, el sacerdote lo invitó a cenar y después lo llevó al piso de la Obra Pía Española.

Allí se habría producido el intento de agresión.

El denunciante entregó a la Fiscalía los mensajes de disculpa recibidos.

Con ese material, los investigadores concluyeron que existían “elementos consistentes” para sostener la acusación.

Por ahora, Pelayo no ha hecho declaraciones ni ha comparecido ante los medios.

La Embajada de España ante la Santa Sede no ha confirmado si el inmueble pertenece a su patrimonio ni si el acusado tenía autorización para usarlo.

Entre la fe, el periodismo y la diplomacia

La vida de Antonio Pelayo combina tres facetas: sacerdocio, periodismo y asesoría diplomática.

En entrevistas anteriores dijo que ambas vocaciones se complementaban. “Ser cura y periodista no es incompatible”, solía afirmar.

Fue testigo directo de los pontificados de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.

Cubrió viajes papales y momentos clave en la historia reciente de la Iglesia.

Esa posición le permitió moverse con soltura en los entornos diplomáticos españoles en Roma.

Su papel como asesor de la embajada reforzó su imagen de intermediario entre la Iglesia y los medios.

El futuro incierto de Antonio Pelayo

Con más de medio siglo de trayectoria, Pelayo ha sido una figura central del periodismo religioso.

Hoy su nombre aparece vinculado a una acusación que pone en duda una reputación forjada durante décadas.

La Fiscalía de Roma decidirá en las próximas semanas si solicita la apertura de juicio oral o archiva la causa.

Mientras tanto, el sacerdote sigue en la capital italiana. Continúa en funciones como asesor de la embajada española ante la Santa Sede.

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