Un homenaje lo cambia todo: una medalla, una madre… y un padre borrado del retrato. El Toisón de Oro brilló, pero no por el motivo que todos esperaban. Felipe VI, en un gesto cuidadosamente calculado, rindió homenaje a su madre, la reina Sofía, omitiendo a quien lo forjó: Juan Carlos I. Ni una palabra, ni una mirada, ni siquiera una sombra. Solo silencio. En los pasillos del Palacio Real, se hablaba de justicia, de traición, de heridas incurables. Y mientras España aplaudía, en Abu Dabi alguien debió sentir el peso de esa omisión. Porque esta vez, la ausencia significó más que las palabras.