El juez Castro señala qué debería añadir Juan Carlos I a sus memorias “por lo que suponen”.
“Matices de sensibilidad”.
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El juez Castro habla en el programa Malas Lenguas sobre el rey emérito Juan Carlos I.
El regreso público del rey emérito Juan Carlos I con la publicación de sus memorias tituladas Reconciliación ha reavivado un viejo debate que España parecía haber dejado atrás.
El libro, lanzado este 5 de noviembre en Francia y previsto para diciembre en España, no solo marca el retorno mediático del antiguo monarca, sino que ha encendido las críticas de figuras del ámbito judicial y político.
Entre las más contundentes se encuentra la del juez José Castro, conocido por su papel en el caso Nóos, el proceso que llevó a los tribunales a la infanta Cristina y a su marido, Iñaki Urdangarin.
Durante su participación en el programa de RTVE Malas Lenguas, presentado por Jesús Cintora, Castro no se limitó a opinar: lanzó una auténtica radiografía moral sobre lo que, en su opinión, deberían ser unas memorias dignas de un exjefe de Estado.
“Nadie está obligado a publicar sus memorias, pero si decides hacerlo, deben contener algo más que una sucesión de hechos.
Deben tener matices de sensibilidad, de amor, de comprensión, de remordimiento y de disculpas”, afirmó con una serenidad que contrastaba con la dureza de sus palabras.
El juez fue aún más explícito al analizar el tono del libro, en el que el rey emérito, según los primeros fragmentos difundidos por la prensa francesa, elogia abiertamente a Franco.
Para Castro, ese gesto “es lógico porque de ahí le viene el poder”, pero también evidencia la falta de autocrítica en una figura que, a su juicio, debería haber optado por una mirada más introspectiva y menos complaciente con su pasado.
“Después de enfatizar a Franco, se dedica a esparcir porquería para todos”, dijo sin rodeos.
En esa frase, pronunciada en directo, el magistrado resumió la sensación que muchos comparten sobre el contenido de Reconciliación: una defensa personal disfrazada de relato histórico.
Castro añadió que el monarca “se siente víctima”, y con ironía añadió que “hoy en día sentirse víctima es un deporte nacional”, una frase que también interpretó como una alusión indirecta al expresidente de la Generalitat, Carlos Mazón, protagonista de recientes polémicas políticas.
El magistrado lamentó que el rey emérito haya elegido un tono de reproche en lugar de reflexión.
“Se siente víctima de su hijo, de los medios de comunicación… Para eso te hubieras quedado sin publicar absolutamente nada.
Nadie te obliga a hacerlo”, añadió, criticando la oportunidad y el propósito de la publicación.
La conversación en el plató subió de tono cuando Cintora le preguntó directamente si consideraba que Juan Carlos I era “una persona incomprendida” o si, por el contrario, existían indicios claros de que poseía una fortuna oculta en el extranjero y de que había evadido impuestos durante años.
La respuesta del juez fue tajante: “Datos hay, eso está claro. Lo que no hay son pruebas evidentes, pero no porque no existan, sino porque no se han querido buscar.”
Sus palabras dejaron al descubierto lo que muchos observadores llevan tiempo señalando: la falta de voluntad judicial y política para investigar a fondo las cuentas y negocios del monarca emérito.
Castro aseguró que ni la Fiscalía General del Estado ni los tribunales españoles han mostrado intención alguna de impulsar una instrucción seria.
“Las pruebas no aparecen porque nadie ha querido encontrarlas. No ha habido voluntad institucional”, denunció.
El magistrado recordó también que hubo juristas y voces autorizadas que pidieron públicamente una investigación.
Entre ellos mencionó al exmagistrado del Supremo José Antonio Martín Pallín, quien junto a otros juristas presentó una solicitud formal para reabrir las pesquisas sobre las finanzas del rey emérito.
“No les han hecho en el Tribunal Supremo ni el más puñetero caso”, zanjó con visible indignación.
Las declaraciones de Castro han tenido una repercusión inmediata. En apenas unas horas, las redes sociales se llenaron de fragmentos de su intervención, y su frase sobre los “matices de sensibilidad” se convirtió en uno de los titulares más compartidos del día.
Analistas y comentaristas han coincidido en que el juez ha puesto sobre la mesa la dimensión ética y emocional del debate: la distancia entre la imagen oficial de Juan Carlos I como figura histórica y la percepción ciudadana sobre su legado.
La publicación de Reconciliación llega, además, en un contexto especialmente delicado. El rey emérito continúa residiendo en Abu Dabi, lejos de España, y su regreso ha sido objeto de especulación constante.
En las memorias, según las filtraciones, aborda su exilio voluntario, sus relaciones personales y su papel en la Transición, pero evita referencias directas a los escándalos financieros que lo llevaron a abandonar el país en 2020.
Para Castro, ese silencio selectivo es el verdadero problema. “Cuando escribes tus memorias, estás hablando con la Historia.
Y si no eres honesto con ella, terminas escribiendo una ficción”, advirtió. En su opinión, el libro debería haber sido una oportunidad para pedir perdón, reconocer errores y ofrecer un testimonio humano.
En cambio, teme que se convierta en un intento de “reivindicación personal que solo añade distancia entre el ciudadano y la Corona”.
La intervención del juez en Malas Lenguas no solo reabre el debate sobre el papel de Juan Carlos I, sino que interpela directamente al presente de la monarquía española.
En tiempos de transparencia y rendición de cuentas, las memorias del emérito parecen llegar con un tono del pasado, ajenas a la sensibilidad social actual.
Mientras tanto, desde Zarzuela no ha habido comentarios oficiales sobre las palabras de Castro, aunque fuentes próximas a la Casa Real aseguran que el contenido del libro se centra en “la reconciliación personal y política” del rey emérito.
No obstante, sus detractores ya advierten que será difícil reconciliarse con un país al que nunca ofreció explicaciones claras sobre su fortuna ni sobre los episodios que empañaron su reinado.
La frase final del juez resume la esencia del debate: “No se trata de castigar, sino de comprender. Pero para comprender, hay que contar toda la verdad.”
En un momento en el que la institución monárquica busca reconstruir su imagen, las palabras de José Castro resuenan como una advertencia moral: las memorias de un rey no pueden ser solo un ajuste de cuentas personal; deben ser, ante todo, un acto de responsabilidad histórica.