Juan Carlos habla, por primera vez, sobre el accidente con una pistola que acabó con la vida de su hermano Alfonso.
Es uno de los momentos que menos le gusta recordar al rey, pero que este ha querido abordar en sus memorias.

De todos los pasajes de su vida, y son unos cuantos, hay uno que le resulta extremadamente doloroso.
Tanto, que, hasta ahora, Juan Carlos jamás ha querido abordarlo. Se trata del fallecimiento de su hermano menor,Alfonso, cuando este solo tenía 14 años.
El monarca, que entonces tenía 18, fue el único testigo que presenció el fatal accidente que segó la vida del infante.
Dijo que deseaba hablar de todo (o, bueno, de casi todo) y lo ha hecho. En ‘Reconciliación’, sus memorias que acaban de ver la luz en Francia, repasa aquellos momentos de su vida que merecían ser contados por él mismo.
Y aquello que se vivió en La Giralda, la casa en Estoril de la familia Borbón, lleva siendo uno de los grandes misterios que le han rodeado.
De lo ocurrido se han dado numerosas versiones. Que si él empuñaba el revólver, que si era Alfonso, que si estaban jugando… cada cual parece tener información sobre lo que pasó en esa mortal Semana Santa.
Pero solo una persona estaba allí: Juan Carlos. Por lo tanto, merece que ahora todos, por fin, escuchemos y descubramos, de primera mano, lo que pasó ese Jueves Santo.

Cuando falleció su hermano Alfonso, Juan Carlos ya tenía 18 años y había empezado su formación militar.
“Murió en brazos de mi padre”.
“No me gustaba hablar de ello, y esta es la primera vez que lo hago”, le dice a su biógrafa Laurence Debray.
Es la primera vez que aborda una de las cuestiones más opacas de su extensa vida. Y lo hace en los primeros capítulos de sus memorias, como el que quiere pasar cuanto antes el trago más desagradable.
“No teníamos ni idea de que quedaba una bala en la recámara […] Murió en brazos de mi padre.
Hubo un antes y un después. Todavía me cuesta hablar de ello, y pienso en ello a diario…
Lo echo de menos; desearía poder tenerlo a mi lado y hablar con él. Perdí a un amigo, a un confidente.
Me dejó un vacío inmenso. Sin su muerte, mi vida habría sido menos oscura, menos infeliz”.

La pérdida de su hermano, 4 años menor que él, fue el suceso que marcó para siempre la vida del rey.
El monarca habla de sus sentimientos, de cómo lo vivió, pero no detalla cómo sucedió.
Los hechos objetivos que se filtraron entonces a la prensa enmarcaban lo sucedido en la tarde del 29 de marzo de 1956, Jueves Santo.
Juan Carlos, entonces Juanito para todo su entorno, estaba estudiando en la Academia Militar de Zaragoza y aquellos días estaba de vacaciones en casa.
Los exiliados Borbones habían llegado a Estoril en 1946 y ahí habían encontrado su hueco, tras un enorme deambular por toda Europa.
Él ya estudiaba fuera, pero sus hermanos eran pequeños y todavía vivían en casa.
Aquella tarde, en mitad de las vacaciones, la familia al completo había estado en misa y, a su vuelta, Juan y Alfonso subieron al despacho de don Juan. Fue ahí donde se desencadenó la tragedia.

A Juan Carlos le habían regalado una pistola en la Academia Militar y él se la llevó a su casa en Estoril.
El rey habla de una “bala en la recámara”, y se refiere a que el revólver, una Long Automatic Star de calibre 22, que le habían regalado, estaba cargado de munición, aunque ellos no lo sabían.
Ellos nunca han hecho público cómo sucedió el juego, qué lo motivó y cómo empezó, lo único que sabemos es que el arma pertenecía a Juan Carlos.
Y que el disparo alertó a los padres de los jóvenes, quienes permanecían en otra parte de la casa.
El ruido era inconfundible: en casa se había efectuado un disparo. María de las Mercedes y Juan de Borbón corrieron hacia la habitación de la que procedía el olor a pólvora.
Los segundos más largos de su vida en los que ambos rezaron para que no hubiera heridos.
Pero, al llegar al despacho, la escena no dejó lugar a dudas. Alfonso yacía en el suelo cubierto de sangre.
Juan Carlos cuenta que el adolescente agonizó en los brazos de su progenitor. Su último hilo de vida lo pasó arropado por su padre.

Don Juan fue quien halló el cuerpo de su hijo menor. El adolescente murió en sus brazos.
Nada se pudo hacer para salvar al infante, que fue enterrado el 2 de abril en Cascais.
Las publicaciones de la época muestran los rostros desencajados de la familia, especialmente de Juan Carlos, en el funeral.
Antes del último adiós, la infanta Margarita se había dedicado a recolectar flores silvestres, que después, con delicadeza, dispuso entre las manos del pequeño fallecido.
Era su hermano favorito y quería que llevase un recuerdo suyo para toda la eternidad.
La versión de un experto en Casa Real.
Luis María Ansón habló sobre el trágico suceso hace unos años en una entrevista para El Español.
“A don Juan Carlos le regalaron una pistola en la Academia. Era Semana Santa. Don Juan Carlos llega a Estoril.
En la tarde del domingo, empieza a disparar a los árboles en el jardín de Villa Giralda.
Don Juan lo escucha y le dice: ‘No puedes hacer eso. Imagínate que se te va un tiro y hieres o matas a alguien.
Imagínate que se te desvía el tiro y le das a tu hermano. Dame la pistola’. La guarda en un sifonier”, relataba el periodista, que jura conocer este relato porque el propio don Juan se lo contó varias veces.

Don Juan le quitó el arma a los niños por precaución, lo que disgustó a su hijo mayor, que le insistió a su madre para que se la devolviera.
“Don Juan Carlos acude a su madre: ‘Mamá, por favor, había quedado con Víctor Manuel [de Saboya] para disparar en Cascais’.
La madre: ‘A mí no me importaría, pero tu padre la tiene guardada bajo llave’.
Respuesta de don Juanito: ‘Mamá, papá se echa la siesta y guarda la llave en el bolsillo derecho del pantalón’.
La madre coge la pistola y se la da. Disparaban a las coca-colas con el mar de fondo”.
Según el periodista, fue la propia condesa de Barcelona quien le hace entrega del arma; algo que la llevaría, durante años, a culpabilizarse.
Tanto es así, que acabó abusando del alcohol para borrar sus peores recuerdos.

María de las Mercedes, madre de los niños, se sintió muy culpable por haberles entregado el arma.
El relato de Ansón prosigue de la siguiente manera. “’Alfonsito, estoy muerto de hambre, baja y sube unos bocadillos de tortilla’, dice don Juan Carlos.
Cuando Alfonsito regresa e intenta entrar, don Juan Carlos le da una patada a la puerta para impedirlo. Así dos o tres veces.
Alfonsito entra en tromba. A don Juan Carlos, que tenía esa pistola de salón y suave gatillo en la mano, se le dispara el arma. El tiro le entra por la frente”.
¿Y qué pasó con el arma? El escritor Abel Hernández, en su libro ‘Despídete de tu madre y serás rey de España’, tiene la respuesta: “Don Juan arrojó con rabia después del entierro la maldita pistola al mar”.
Desde ese abril de 1956, el arma que sembró la tragedia en la vida de los Borbones hace compañía a los peces del Atlántico.