Sílvia Orriols emociona a una anciana que ha cumplido un siglo, así ha sido la visita
La alcaldesa de Barcelona se ha desplazado hasta su casa para visitar la familia

Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll, volvió a ejercer esa vertiente más cercana que tantos vecinos le reconocen: la de la representante pública que pisa la calle, entra en las casas cuando toca celebrar, y se detiene a escuchar.
No fue un acto oficial al uso, sino un gesto sencillo que conecta con lo esencial: cuidar a quienes han hecho pueblo durante toda una vida. En esta ocasión, el motivo no podía ser más especial.
Annita Puig, 100 años de memoria viva
La protagonista del día fue Annita Puig, vecina de Ripoll que acaba de alcanzar el hito del centenario. Cien años condensan historias, trabajo, familia y un sinfín de recuerdos que forman parte del tejido afectivo de la villa.
Para felicitarla, Orriols se acercó al domicilio acompañada por representantes del gobierno municipal.
La escena, recogida en varias fotografías, desprende calidez: la homenajeada sentada, arropada por su gente, mientras la alcaldesa se inclina para saludarla con cariño y dedicarle unas palabras.

Flores, bombones y un “Per molts anys”
El detalle llegó en forma de obsequios que nunca pasan de moda: un gran ramo de flores y una caja de bombones. “Per molts anys, Annita!”, expresaron, en la felicitación más catalana y más sentida a la vez.
El ramo, vibrante y lleno de vida, simbolizó ese agradecimiento del pueblo a una vecina que ha visto crecer generaciones.
Los bombones añadieron la nota dulce a un momento que ya era, por sí mismo, una celebración.
En las imágenes se aprecia la emoción de la cumpleañera, la cercanía de Orriols y la complicidad de los presentes, como si el salón de casa se hubiera convertido, por un rato, en el salón de todo Ripoll.

Así ha sido la visita
La alcaldesa y su equipo llamaron a la puerta con el ramo entre las manos, cruzaron el umbral y se detuvieron junto al sofá donde esperaba Annita.
Hubo apretones de manos, risas discretas, palabras susurradas y un agradecimiento sincero.
Después, una foto de familia para inmortalizar el instante: el gobierno municipal en torno a la homenajeada, el ramo en primer plano y una sensación de orgullo compartido que traspasa la pantalla.
No hubo grandilocuencia, no hizo falta. Bastó con estar, con celebrar, con mirar a los ojos a quien ha cumplido un siglo.

Un gesto que emociona
Más allá de la anécdota, la visita subraya algo de fondo: el valor de los pequeños gestos en una comunidad como Ripoll.
Reconocer a los mayores no es solo un ritual; es una declaración de principios.
Es decirles que su huella importa, que su experiencia guía y que su ejemplo ilumina a los que vienen detrás.
Orriols acostumbra a defender esa proximidad de pueblo que, en Catalunya, es sinónimo de arraigo: poner nombre, rostro y contexto a las decisiones públicas, y recordar que el ayuntamiento es, antes que nada, la casa de todos.
El eco en el pueblo
La celebración no quedó entre cuatro paredes: las felicitaciones se multiplicaron entre vecinos y en redes, con mensajes de cariño para Annita y reconocimiento al gesto institucional.
Es ese eco —espontáneo y afectuoso— el que demuestra que la vida municipal también se escribe con escenas íntimas, con historias de personas concretas y con detalles que construyen confianza.
Ripoll, tantas veces ejemplo de cohesión, volvió a mirarse a sí misma y a sentirse orgullosa de lo que es.
Un siglo que inspira
Cien años no se cumplen cada día, y la vida de Annita Puig lo recuerda con elocuencia. Su cumpleaños ha sido la ocasión perfecta para reafirmar una idea sencilla y poderosa: el futuro de un pueblo se sostiene mejor cuando honra su memoria.
Con flores, con bombones, con un “Per molts anys” y, sobre todo, con presencia. Porque las instituciones también emocionan cuando se acercan, cuando celebran y cuando entienden que lo extraordinario, muchas veces, está en lo cotidiano.