Somos el hazmerreír de las monarquías europeas: mientras Letizia Ortiz desaparece y Leonor queda opacada, Amalia de los Países Bajos deslumbra con una preparación impecable, una presencia pública ejemplar y un estilo que humilla a la Casa Real española, reavivando el debate internacional sobre por qué nuestra heredera siempre llega tarde, mal y nunca como toca.HH

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Somos el hazmerreír de las monarquías: Amalia eclipsa a Leonor mientras Letizia Ortiz sigue desaparecida

El 7 de diciembre amaneció como un día aparentemente normal en la agenda institucional española: silencio, rutina, ausencia de novedades y ninguna imagen oficial que celebrara nada relacionado con la Casa Real. Pero fuera de nuestras fronteras, en una monarquía que parece gestionar mejor la comunicación, los símbolos y la presencia pública, los Países Bajos celebraban los 22 años de su heredera, Catarina-Amalia de Orange.

Mientras tanto, en España, la sensación se repite:
somos —literalmente— el hazmerreír de las monarquías europeas.

Porque mientras Amalia avanza, brilla y se proyecta como futura reina con una preparación impecable, Leonor sigue envuelta en un agujero negro comunicativo y Letizia Ortiz continúa con su estrategia de invisibilidad selectiva, incapaz de comprender cómo funcionan las monarquías del siglo XXI.

Esta llamativa diferencia entre la princesa Leonor y Amalia de Holanda  marcó su camino a convertirse en reinas

Amalia cumple 22 años con una imagen oficial impecable: natural, estudiada y moderna

Como exige la tradición neerlandesa, la Casa Real de los Países Bajos publicó un retrato oficial de Catarina-Amalia. Puede parecer un detalle insignificante, pero en las monarquías modernas estos gestos son esenciales para mantener vínculo, complicidad y cercanía con la ciudadanía.

Sin embargo, en España, ni Letizia, ni Felipe, ni sus hijas siguen esta costumbre que sí practican casi todas las monarquías europeas.

El retrato de Amalia —sereno, elegante, simbólico— fue ampliamente aplaudido. La joven aparece vestida en tonos granates, con una estética que recuerda directamente a su madre, Máxima, con quien mantiene una complicidad visible y cálida, completamente distinta a la frialdad que suele notarse entre Letizia y sus hijas.

La foto corresponde al acto del 3 de octubre, cuando la heredera asistió a la abdicación del Gran Duque Enrique de Luxemburgo. No es una imagen improvisada: está pensada para transmitir madurez, serenidad y continuidad institucional.

Y funciona.

¿Y en España? Nada. Ni una foto. Ni un gesto. Ni un mínimo detalle simbólico.

Cuando cumplió años la infanta Sofía, la Casa Real publicó una imagen inédita. Pero con Leonor —heredera al trono— no sucede lo mismo. No hay lógica, no hay coherencia y sobre todo no hay estrategia comunicativa.

El contraste con los Países Bajos es demoledor:

Allí Amalia recibe felicitaciones públicas, presencia mediática global y una imagen cuidada.

Aquí, Leonor sigue escondida entre silencios institucionales, apariciones milimetradas y ausencia total de espontaneidad.

Es como si la Casa Real española viviera permanentemente a la defensiva, temerosa de mostrar humanidad o normalidad. Y eso, en el siglo XXI, es una sentencia de muerte para la imagen pública de cualquier monarquía.

Amalia: una heredera moderna que sí entiende su papel

La comparación entre Amalia y Leonor duele, pero es inevitable.
Ambas tienen edades similares.
Ambas son herederas.
Ambas pertenecen a monarquías europeas de larga tradición.

Pero los caminos son radicalmente distintos.

1. Formación universitaria sólida

Amalia cursa Derecho en la Universidad de Ámsterdam.
Tiene vida académica activa, presencia pública y se relaciona con su entorno como una joven normal, con la particularidad de ser una futura reina.

2. Preparación militar real

Desde septiembre, forma parte del programa Defensity College, convirtiéndose en la primera mujer de la casa real neerlandesa en seguir este tipo de formación militar.

Mientras tanto, en España, la preparación militar de Leonor, aunque formalmente impecable, no logra proyectarse como una etapa sólida de liderazgo futuro, sino más bien como un ritual vacío.

3. Agenda internacional relevante

En 2025, Amalia:

Bautizó en solitario un buque de abastecimiento.

Debutó en una cumbre de la OTAN.

Protagonizó encuentros diplomáticos de primer nivel.

Leonor, en cambio, ha estado completamente ausente de grandes citas internacionales. Una contradicción monumental para una heredera que, supuestamente, está siendo preparada para asumir un papel fundamental de Estado.

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Letizia Ortiz: la reina que sigue sin comprender cómo se construye imagen institucional

La reina Letizia es, probablemente, la figura más polémica en lo que respecta a la comunicación de la Casa Real. Mientras otras consortes europeas —Máxima de Holanda, Mary de Dinamarca, Matilde de Bélgica— aparecen en agendas sociales, culturales y benéficas con naturalidad, Letizia mantiene un hermetismo casi impenetrable.

Su estrategia genera sensaciones recurrentes:

distancia,

frialdad,

falta de espontaneidad,

ausencia total de conexión emocional con la ciudadanía.

Y lo más grave: parece haber trasladado esa misma actitud a sus hijas.

Leonor y Sofía no participan en mercadillos solidarios, centros asistenciales o visitas simbólicas como sí lo hacen la infanta Elena y doña Sofía desde hace décadas. La presencia humana, directa y empática, simplemente no forma parte del ADN comunicativo del núcleo central de la monarquía española.

Queen Letizia of Spain visits school | HELLO!

La comparación con Máxima de los Países Bajos es devastadora

Máxima se muestra cercana, alegre, elegante y con una energía que transmite complicidad. La relación con su hija Amalia es pública, cálida, inspiradora.

En España, la relación Letizia–Leonor–Sofía parece estar diseñada para no mostrar nada, no emocionar, no generar relato.

Y una monarquía sin relato no tiene futuro.

España, la monarquía que siempre llega tarde

Cada hecho lo confirma:

Llegamos tarde a las imágenes oficiales.

Llegamos tarde a la naturalidad.

Llegamos tarde a la transparencia.

Llegamos tarde a la empatía.

Llegamos tarde a la presencia internacional.

Y cuando llegamos, lo hacemos con miedo, con rigidez y con un exceso de control que resulta contraproducente.

Mientras tanto, los medios europeos señalan con ironía la diferencia entre una heredera preparada, visible, moderna —Amalia— y una heredera ausente, protegida y diluida —Leonor—.

¿Cómo hemos llegado a ser el hazmerreír?

Porque la Casa Real española sigue sin comprender algo básico:

Las monarquías sobreviven cuando se muestran humanas, cercanas y transparentes.
Mueren cuando se esconden.

Y ahora mismo, la española vive escondida.

Leonor, joven y educada, podría ser una gran heredera. Pero la estrategia comunicativa que la rodea la está apagando.

Un contraste que duele… y que debería alarmar a la Zarzuela

Mientras Amalia celebra su cumpleaños con un retrato impecable, debate público y presencia institucional, en España la pregunta sigue viva:

¿Dónde está Leonor?

¿Y dónde está Letizia, encargada teórica de preparar a la futura reina en estilo, comunicación y presencia humana?

Si la Casa Real española no comprende que necesita exponerse más, conectar más y abandonar la rigidez, seguirá perdiendo terreno frente a monarquías que sí han entendido la realidad:
el siglo XXI exige visibilidad, emoción y cercanía.

Amalia gana, Leonor se diluye y Letizia desaparece

La cruda realidad es esta:

Amalia encarna modernidad, preparación y presencia.

Leonor proyecta ausencia, rigidez y un misterio que ya no suma.

Letizia Ortiz sigue alimentando la percepción de desconexión total.

Por eso, sí:
España es el hazmerreír del resto de monarquías.
Y lo seguirá siendo mientras no entienda que la imagen también es poder.

 

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