CONTINUAS FALTAS DE RESPETO Y EXIGENCIAS DE LETIZIA ORTIZ DESESPERAN A FELIPE EN EGIPTO

El reciente viaje de Estado de los reyes de España a Egipto, que se extendió del 16 al 19 de septiembre, debía servir para reforzar lazos económicos y diplomáticos entre ambos países.

Sin embargo, lejos de proyectar una imagen de unidad y estabilidad, la visita terminó empañada por los constantes gestos, actitudes y exigencias de la reina Letizia Ortiz, que no pasaron desapercibidos ni para la prensa egipcia ni para los observadores españoles.

Durante estos días, Felipe VI desarrolló una intensa agenda institucional: reuniones con empresarios, discursos de peso en foros bilaterales y encuentros con líderes políticos.

En contraste, Letizia, cuya presencia en principio debía enfocarse en actividades culturales y de cooperación, protagonizó una sucesión de episodios polémicos que han obligado a la Casa Real a pedir disculpas en repetidas ocasiones.

Una visita marcada por las tensiones

La estancia comenzó con imágenes que rápidamente generaron comentarios en redes sociales: los reyes parecían turistas más que representantes de la monarquía española.

La consorte, que visitaba Egipto por primera vez, fue captada en actitudes que muchos interpretaron como una falta de respeto hacia las costumbres locales.

Mientras Felipe inauguraba foros empresariales, se reunía con el primer ministro y con el secretario general de la Liga Árabe, Letizia acudía a actos de perfil más bajo.

Su visita al centro cultural de la Fundación Sultán —donde conoció proyectos de cooperación para mujeres e infancia en la Ciudad de los Muertos— terminó envuelta en críticas: no por su vestimenta, que la prensa describió como “elegante”, sino por los zapatos elegidos.

Con un problema podológico reconocido desde hace años, sorprende que optara por calzado con tacón para caminar largas distancias, lo que le habría provocado molestias y posteriores abandonos anticipados de actos oficiales.

Más llamativo aún fue el detalle de su teléfono móvil sobre la mesa en plena inauguración de una muestra fotográfica. Para muchos, un gesto de descortesía que reforzó la percepción de desinterés.

La cena que terminó en escándalo

Uno de los momentos más delicados llegó la noche del 18 de septiembre.

Tras asistir a la inauguración de la iluminación nocturna del templo de Hatshepsut, un proyecto arqueológico en Luxor con participación de empresas españolas, Felipe y Letizia fueron invitados a una cena de honor.

Sin embargo, según fuentes próximas al evento, Letizia abandonó la velada antes de tiempo, alegando incomodidad.

La Casa Real se vio obligada a justificar la salida anticipada, que coincidió con rumores de que la reina había sido vista fumando en los baños del recinto, algo que no sería la primera vez que ocurre durante actos oficiales.

La situación fue interpretada en Egipto como un desaire, y sumó tensión a una visita que ya arrastraba críticas.

Una agenda desigual que evidenció distancias

Las diferencias entre las actividades de ambos monarcas resultaron notorias. Felipe mantuvo un perfil institucional sólido, asistiendo a foros, inauguraciones y encuentros de alto nivel político y económico.

Letizia, en cambio, dedicó gran parte de su tiempo a recorridos culturales: talleres de artesanía, visitas a proyectos sociales o recorridos por enclaves turísticos como el Valle de los Reyes y la necrópolis tebana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Estas imágenes, en las que la pareja real aparece con gafas de sol y atuendos diseñados para la ocasión, reforzaron la sensación de que la visita había degenerado en un viaje turístico costeado con dinero público.

Protocolos rotos y gestos incómodos

Otro de los puntos más criticados fueron las actitudes de la reina durante los actos oficiales.

Cruces de brazos en ceremonias solemnes, miradas de desaprobación e incluso expresiones de disgusto frente a normas locales sobre el papel de la mujer generaron incomodidad.

En Egipto, las diferencias de protocolo son marcadas: mientras los hombres —Felipe VI y el presidente egipcio— ocupaban lugares centrales en los actos, las consortes quedaban relegadas a un segundo plano.

Letizia no ocultó su malestar y, según algunos observadores, lo hizo evidente en su lenguaje corporal.

Aunque muchos reconocen que la reina tiene motivos para cuestionar la desigualdad de género en el país árabe, los expertos en diplomacia coinciden en que mostrar un rechazo abierto durante una visita oficial constituye un error.

“Se puede discrepar, pero nunca confrontar directamente al país anfitrión en su terreno”, explican fuentes diplomáticas.

Exigencias que incomodan a la Casa Real

No es la primera vez que trascienden las demandas personales de Letizia en los viajes oficiales. Según se filtró, la reina habría exigido contar con habitaciones separadas de Felipe y baños privados meticulosamente desinfectados antes de su llegada.

Manías que, según algunos allegados, habrían complicado la logística del viaje y generado incomodidad entre los anfitriones egipcios.

Estos caprichos, sumados a las polémicas actitudes públicas, refuerzan la percepción de que la relación entre Felipe y Letizia atraviesa un momento difícil.

Durante la visita, las cámaras captaron momentos de frialdad entre ambos, con gestos que sugerían distancia y falta de sintonía.

Un viaje que deja más sombras que luces

El objetivo de la gira era estrechar lazos económicos y culturales entre España y Egipto. Sin embargo, la atención mediática se ha desviado hacia las polémicas de Letizia.

Los abandonos anticipados, los gestos de desagrado, los zapatos inadecuados, el uso del móvil en actos solemnes y las exigencias privadas han generado titulares que eclipsan los logros diplomáticos del rey.

Mientras Felipe se esforzaba en reforzar la cooperación empresarial y política, la reina proyectaba una imagen de turista incómoda, más preocupada por sus manías y descontentos que por representar con dignidad a la Corona española.

Repercusiones en España y en el exterior

La polémica no solo ha calado en Egipto, donde la Casa Real española tuvo que ofrecer explicaciones en varias ocasiones, sino también en España, donde los detractores de la monarquía han aprovechado para denunciar lo que consideran un “viaje turístico de lujo” a costa del contribuyente.

En redes sociales, muchos usuarios ironizaron sobre la actitud de la reina, comparándola con la de cualquier visitante extranjero que viaja con desgana a un país que no le agrada.

Otros, en cambio, defendieron que Letizia tiene derecho a mostrarse crítica frente a costumbres que considera injustas, aunque reconocieron que el contexto no era el adecuado.

¿crisis de imagen?

La visita de Estado a Egipto debía consolidar la presencia de España en la región y proyectar la imagen de una monarquía unida.

Sin embargo, ha terminado alimentando rumores de tensiones matrimoniales, descoordinación institucional y una crisis de imagen que la Casa Real no puede permitirse en un momento delicado.

Las continuas faltas de respeto y exigencias de Letizia Ortiz no solo han desesperado a Felipe VI, sino que han generado un desgaste que se suma a la ya difícil tarea de justificar la vigencia de la monarquía en pleno siglo XXI.

En definitiva, más que un viaje de Estado, la gira ha quedado retratada como un episodio incómodo, en el que las manías de la reina han oscurecido el verdadero objetivo de la visita.