Nunca antes el poder judicial español se había visto tan violentamente sacudido. En una declaración sorprendente, el presidente de la Audiencia Nacional rompió el silencio que Madrid creía eterno. Y lo hizo con una sola sentencia, pero con la fuerza suficiente para derribar toda la estructura del poder judicial: no se trata de una declaración impulsiva, sino de una acusación preparada, respaldada por documentos que “revientan” la acusación del Fiscal General. Y lo más importante: ataca directamente el corazón de la lucha de poder entre las tres máximas instituciones judiciales de España. Aún es pronto para saber quién mueve los hilos, pero una cosa es segura: este es el momento más peligroso para el poder judicial desde 1978.