Francisco Rivera ‘Paquirri’ murió el 26 de septiembre de 1984 en la plaza de toros de Pozoblanco tras sufrir una cornada mortal.

Su fallecimiento, además del enorme impacto emocional, abrió un pulso por una de las herencias más grandes de España.

“Era la octava fortuna del país”, recordó el periodista Juanele Zafra, en El Precio de.

El patrimonio del torero estaba valorado en más de 1.000 millones de pesetas, según publicaba El País en aquella época.

Esa cantidad debía repartirse entre Carmina Ordóñez, su primera mujer; Isabel Pantoja, con la que llevaba casado año y medio; y la familia Rivera.

Sin embargo, tal y como explicó la periodista Sandra Aladro, “Isabel lo quería todo para ella”.

Las tensiones comenzaron desde el principio.

Antonio Rossi aseguró que la tonadillera estaba dispuesta a forzar un acuerdo: “Jugaba a llevarse lo máximo, con la finca de Cantora como objetivo principal”.

Y así fue.

“Ese lugar simbolizaba su matrimonio y no quería renunciar a él”, añade Rossi.

El clima era tan tenso que el día de la firma del reparto las tres partes permanecieron en habitaciones distintas.

“No se cruzaron en ningún momento.

El abogado iba de un cuarto a otro con los documentos y nadie salió satisfecho”, relataba Zafra.

Aun así, Isabel Pantoja se quedó con Cantora y con buena parte del legado.

Ni siquiera el testamento de Paquirri se cumplió al pie de la letra.

El torero había dejado escrito que sus bienes en América se repartieran entre sus hijos al cumplir los 23 años, pero “tampoco se respetó”, confirmó Aladro.

Un detalle que alimenta aún más la polémica sobre la gestión de la herencia.

La codicia de Pantoja quedó patente incluso en los momentos más delicados.

“De cuerpo presente Paquirri, ella se quedó con su reloj y se lo entregó a su hermano, como si fuera suyo”, recuerdó Rossi.

Décadas después, el balance es claro: “Isabel Pantoja se quedó con casi la mitad de la fortuna.

Hablamos de unos 40 millones de euros actuales”, concluía Aladro.