El único condenado por la muerte de las niñas de Alcàsser afirma que Anglés y su hermano Mauricio tuvieron más cómplices
Cerca de cumplirse 33 años de uno de los crímenes más macabros de la sociedad española, ha hablado el principal implicado.
Miguel Ricart ha decidido romper tres décadas de silencio sobre lo acontecido en el crimen de Alcàsser, ocurrido el 13 de noviembre de 1992.
En una entrevista difundida en el canal El Rincón del Disidente, Ricart —único condenado por el triple asesinato de Miriam, Toñi y Desirée— ofrece por primera vez una versión inédita de los hechos.
“Ahora soy un hombre libre y he tomado la decisión de hablar porque estoy muy cansado.
Y, sobre todo, porque quiero que esto se aclare”, asegura en conversación con el periodista Manu Giménez.
El canal, especializado en true crime, presenta la grabación como un “documento inédito e histórico”.
Ricart asume cierta responsabilidad en los sucesos, pero introduce elementos desconocidos.
Menciona a nuevos participantes, cuestiona la localización del crimen e insiste en que parte de su confesión judicial fue obtenida bajo coacción.
Una versión que contradice la investigación oficial
El exconvicto sitúa el inicio de aquella noche en la casa de Neusa Martins, madre de Antonio Anglés.
Allí, según relata, Antonio y su hermano Mauricio le propusieron “hacer una cosa”, que supuestamente consistía en una entrega de drogas.
Más tarde, en una gasolinera de Picassent, se encontraron con las tres adolescentes.
De acuerdo con su relato, las jóvenes subieron voluntariamente al coche convencidas de que serían acercadas a una discoteca de la zona.
A partir de ese momento, el relato de Ricart se aparta radicalmente de la versión oficial.
En lugar de dirigirse a la caseta de La Romana, en Tous, asegura que las llevaron a un antiguo almacén de pólvora en Catadau.
Allí habrían aparecido otros cuatro individuos: un hombre apodado “El Nano” y tres varones de unos 50 años a quienes no identifica.
Según esta nueva narración, fueron en total siete los adultos que participaron en el secuestro y las violaciones.
Relata que Antonio y “El Nano” bajaron primero a las chicas, mientras que él y Mauricio se marcharon a comprar comida.
Al regresar, se toparon con los abusos ya en marcha.
Afirma que Antonio Anglés, pistola en mano, les obligó a él y a Mauricio a sumarse a las agresiones sexuales.
Miguel Ricart durante la entrevista
Más tarde, tras la retirada de los tres hombres mayores, Antonio habría tomado la decisión de acabar con las jóvenes “para que no los delataran”.
De acuerdo con Ricart, Anglés asesinó a dos de ellas y Mauricio a la tercera.
El relato también altera lo que se creía sobre el encubrimiento.
Explica que los cuerpos fueron primero enterrados en Alborache, envueltos en una moqueta.
Solo semanas después, el 6 de enero de 1993, Antonio y Mauricio trasladaron los cadáveres hasta el barranco de La Romana, donde fueron hallados el 27 de enero.
Ricart sostiene además que su primera confesión ante la Guardia Civil se produjo bajo coacción.
“Les conté lo que ellos querían escuchar… quizás por miedo a Antonio o a esas personas que yo no conocía”.
Y niega algunos de los elementos que han alimentado teorías conspirativas durante décadas.
Asegura no haber visto cámaras de grabación ni “vídeos snuff” en el lugar.
“Hablar para liberar la conciencia”
El antiguo recluso, que salió de prisión en 2013 tras cumplir parte de la pena de 170 años impuesta en 1997, afirma que nunca antes relató esta versión por miedo a represalias contra su familia.
Ahora, sostiene, busca “cerrar el caso”, “pedir perdón a las familias y a la sociedad” y “liberar su conciencia”.
Desde su salida, Ricart había mantenido un perfil bajo, aunque con episodios aislados que lo devolvieron a la actualidad.
Como una detención en 2022 por presunto narcotráfico.
Nunca, sin embargo, había hablado del caso Alcàsser.
El triple crimen marcó profundamente a la sociedad española.
La desaparición de Miriam, Toñi y Desirée en noviembre de 1992, la angustiosa búsqueda, el hallazgo de los cuerpos en enero de 1993 y las estremecedoras autopsias abrieron una herida que aún hoy permanece.
El juicio, celebrado en 1997, concluyó que Antonio Anglés —fugitivo desde entonces y aún en búsqueda internacional por Interpol— y Miguel Ricart fueron los autores de los delitos en la caseta de La Romana.
Ningún otro sospechoso fue procesado.
Fichas policiales de Miguel Ricart y Antonio Anglés
La versión difundida ahora introduce elementos inéditos: nuevos cómplices, un escenario alternativo y una cronología distinta de los hechos. Sin embargo, carece de pruebas que la respalden y choca con pruebas forenses recogidas en su momento.
Tales como restos biológicos encontrados en la caseta de Tous.
La entrevista ha suscitado una amplia repercusión mediática.
Para unos, se trata de un intento de Ricart de limpiar su imagen pública y justificar su silencio.
Para otros, un relato lleno de inconsistencias que reabre el dolor de las familias y reactiva viejas teorías sin fundamento judicial.
Sea cual sea la interpretación, el testimonio ha vuelto a situar el crimen de Alcàsser en el centro del debate público.
Tres décadas después, el eco de aquella noche sigue presente y el caso continúa planteando más preguntas que respuestas.