Los fragmentos de las memorias del emérito sobre sus hijas, Elena y Cristina, dejan claro cómo es su relación con ellas

Rey Juan Carlos e Infanta Elena
Archivo Lecturas
El rey Juan Carlos no se ha dejado nada en el tintero.
Después de muchas décadas de silencio, el emérito ha decidido dar un paso al frente y contar su historia desde su propia perspectiva.
El monarca no ha tenido reparo en hablar de temas muy diversos, como la enemistad con su nuera, la reina Letizia, o qué opinaba del trabajo de la reina Sofía.
Uno de los temas recurrentes son sus hijos.
Las infantas Elena y Cristina y el rey Felipe VI ocupan varias páginas de este libro.
Además de acercarnos a momentos claves, las declaraciones sobre sus vástagos también han permitido acabar con un mito.
¿Cuál? Durante años se afirmó que la infanta Elena era la hija favorita del emérito.
La complicidad y conexión entre ellos parecía obvia, como cuando mostraron su saludo secreto para el 60 cumpleaños de la joven.
Sin embargo, tras leer las palabras sobre sus dos hijas, es evidente que el emérito ha sido igual de comprensivo o tajante con ambas, dependiendo de la situación en la que estuvieran envueltas.
Un claro ejemplo es la dureza con la que se refiere a cómo el divorcio de Elena afectó a Froilán.
“El divorcio de sus padres y cierta falta de autoridad parental lo llevaron a una vida desordenada”, ha expresado el emérito, tal como recoge en exclusiva ‘Vanitatis’.
Durante años se ha asegurado que la infanta Elena fue la hija favorita del rey Juan Carlos.

El rey Juan Carlos y la infanta Elena siempre han hecho gala de una gran complicidad.
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El mal lugar de la infanta Elena
Es en el último capítulo, titulado ‘Exilio’, donde Juan Carlos ha hablado largo y tendido de su nieto.
Froilán es uno de los miembros de la familia real más polémicos por las fiestas en las que se veía envuelto cuando era más joven.
Lejos de silenciar esa parte de su vida, Juan Carlos reconoce que el joven creció sin una figura parental, refiriéndose claramente a Jaime de Marichalar.
La infanta Elena fue la primera hija de los recién casados, Juan Carlos y Sofía.
En sus memorias, Juan Carlos rompe el mito de que su primogénita era su preferida.
“Alimentaba la crónica de sucesos por su comportamiento poco ejemplar: iba de fiesta en fiesta, de discoteca en discoteca, se veía envuelto en peleas y malas compañías. Estaba abandonado a su suerte.
¡Qué desperdicio! Me entristecía mucho”, revela Juan Carlos en su libro. Estas palabras no dejan en demasiado buen lugar a Elena, ya que parece que la infanta estuviera ausente durante la caída en desgracia del joven.
Froilán fue el primer nieto de los reyes Juan Carlos y Sofía.
El emérito dedica buena parte del último capítulo de su libro a su nieto, Froilán.
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“Como cualquier abuelo, sufría al verlo hundirse en una crisis por la que pasan muchos adolescentes.
Era un blanco fácil para los aficionados a los chismes.
Vivía acosado por los paparazzi que documentaban su deriva”, ha continuado.
Fue entonces cuando el rey Felipe VI decidió intervenir. “Mi hijo lo convocó al palacio para reprenderlo.
Entonces le propuse venir a instalarse a Abu Dabi, donde podría ayudarlo a encontrar trabajo y alojamiento”, ha contado.
Aunque al principio se negó, Froilán finalmente cedió. “Primero lo acogí en mi casa, antes de que se mudara a un estudio en la ciudad.
Sin que yo se lo pidiera, la primera mañana se levantó a las siete para acompañarme en el desayuno —sé que esa era más bien la hora a la que solía acostarse en España, ¡y además el cambio horario jugaba en su contra!—”, ha dicho, muy orgulloso.
Las palabras del rey emérito no dejan en buen lugar a la infanta Elena como madre.
“Luego me siguió en mis entrenamientos deportivos. En un solo día, se adaptó a una vida sana y ordenada.
Empezó a hacer deporte y dieta”, ha asegurado.
El hecho de que su nieto se centrara y dejara atrás una vida de excesos, hizo muy feliz al emérito.
Ahora, cuenta con la presencia del joven en su día a día, lo cual es “una satisfacción que ilumina mi día a día”.
Comidas, planes para ver el fútbol o charlas profundas marcan el vínculo de abuelo y nieto en su vida en Abu Dabi.
“Nada -recalca- podría darme más satisfacción personal que tener a mi lado a mi nieto, convertido en un joven equilibrado y alegre. Solo necesitaba que se le diera una oportunidad.
Me alegra haber podido hacerlo”, concluye. Una pequeña alegría que alivia la dureza de su exilio.
Mientras que se ha mostrado muy duro con la atención de Elena sobre su hijo, el emérito no ha dudado en salir en defensa de su otra hija, la infanta Cristina.
Concretamente, Juan Carlos hace referencia al momento en que el rey Felipe le quitó el título a su hermana por su vinculación con Iñaki Urdangarin y el caso Nóos.
La infanta Cristina se vio salpicada por la imputación de Iñaki Urdangarin en el Caso Noós.
“Tuvo [el caso] consecuencias desgraciadas para la corona y para nuestra familia”, ya que creó “un nivel de división sin precedentes”, afirma el antiguo rey.
Desde que todo salió a la luz, “los medios hostigaron a mi hija y a su marido, filtraciones judiciales sobre su vida privada fueron publicadas”, señala.
De hecho, considera que “fueron difamados y nunca disfrutaron de la presunción de inocencia, todo lo contrario”.
Para evitar que afectara al futuro de la Corona, “la Casa Real intentó establecer un cortafuegos y la pareja fue apartada de las actividades oficiales de la familia real”, ha narrado.
“Durante dos años consecutivos, Cristina y su familia no estuvieron presentes en las cenas de Navidad en la Zarzuela”, destapa Juan Carlos. Un hecho muy doloroso que afectó mucho a la reina Sofía.
La emérita “sufría mucho” por no poder estar con los cuatro nietos.
Cuando se le retiró el título nobiliario, la relación entre Felipe y Cristina se tensó.
Después de años de distanciamiento, el rey Felipe y la infanta Cristina parecen haber recuperado su vínculo.
La cosa no se quedó ahí. La institución pidió a Cristina “que renunciara por iniciativa propia a su título de duquesa de Palma, concedido con motivo de su matrimonio”, cuenta el rey.
Su intención es que se viera “un gesto de enmienda honorable frente a la crisis”, pero “ella se negó convencida de que debía defender su honor y el de mi hijo Felipe”.
Durante un tiempo, Juan Carlos siguió intentando convencer a su hija y casi lo logró, pero su hijo se adelantó.
“Es mi hijo Felipe, una vez nombrado rey, quien decide, justo en los 50 años de Cristina, retirarle el título. […] Ella no se esperaba un regalo semejante de cumpleaños de parte de su hermano”, relata el emérito.
Según él, la madre de Irene Urdangarin estaba dispuesta a dejar ella misma su título e incluso llegó a mandar una carta escrita por su abogado.