El presidente del Banco Sabadell cultiva también ‘enemigos’ entre los Lara, el independentismo catalán, Podemos y el inversor David Martínez
El siempre polémico Josep Oliu Creus (Sabadell, 25 de abril de 1949) es, a sus 76 años, uno de los últimos grandes patriarcas de la banca catalana.

Catedrático en excedencia de Teoría Económica, doctor por la Universidad de Minnesota y presidente de Banco Sabadell desde 1999, ha visto pasar tres crisis, un procés, una pandemia y una OPA hostil del BBVA.
Y, sin embargo, Oliu sigue en pie, incluso reforzado.
Pero el precio del éxito ha sido acumular “enemigos”.
Con algunos, como Isak Andic, hubo algo más bronca que de enemistad, tal y como explicó el banquero tras la controvertida muerte del fundador de Mango.
1. Isak Andic, amigo y adversario
La historia de Oliu con Isak Andic, fundador de Mango, es digna de novela.
Amigos personales, socios e inversores, compartieron una apuesta conjunta por Banco Sabadell en los años del boom económico.
En 2006, junto con José Manuel Lara Bosch, Joaquín Folch-Rusiñol, Enrique Bañuelos, Héctor Colonqués y Miguel Bosser, constituyeron Famol Participaciones para invertir 490 millones de euros en acciones del banco.
Era la edad de oro: el Sabadell ganaba 908 millones y España vivía un espejismo de crecimiento.
Pero tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, la inversión se convirtió en ruina. Andic perdió cientos de millones de euros y acabó dejando el consejo del banco en 2013.
Aun así, entre ambos persistió una amistad genuina.
Cuando Andic falleció en 2024 en la montaña, Oliu le dedicó un emotivo artículo titulado “Adiós, Isak, amigo del alma”.

Pero la herida empresarial quedó: la alianza entre la banca y la burguesía catalana que Oliu quiso simbolizar con Famol nunca se recuperó.
2. El independentismo catalán
Uno de sus adversarios más simbólicos es el independentismo. En octubre de 2017, cuando el procés amenazaba con dinamitar la estabilidad institucional de Cataluña, Oliu no dudó: trasladó la sede social de Banco Sabadell a Alicante.
Y lo hizo en cuestión de horas, sin dramatismos, pero con una frialdad quirúrgica que irritó a buena parte del empresariado soberanista.
En los círculos independentistas, la mudanza fue vista como una traición.
Desde entonces, Oliu es considerado un símbolo del desarraigo empresarial catalán, el hombre que “se llevó el banco a España”.
Ahora ha retornado la sede del Sabadell a Cataluña por simple interés en frenar la OPA.
3. Podemos
La izquierda madrileña tampoco le guarda simpatía. La frase que pronunció en 2014 aún resuena en el recuerdo: “España necesita un Podemos de derechas”.
Era su manera de alentar la aparición de Ciudadanos como contrapeso liberal, pero en los círculos progresistas se interpretó como una provocación.
Hombre de traje azul y gafas de pie en un entorno moderno y minimalista con paredes y sillas blancas
Josep Oliu. | EP
Los partidos de la izquierda, especialmente Podemos, lo convirtieron en ejemplo de la banca tradicional que marca la agenda política.
Desde entonces, Oliu se ha movido con discreción en el ámbito político, pero su intentona de frenar la regeneración de la vida pública quedó en evidencia.
4. Isidre Fainé y el divorcio con La Caixa
Otro capítulo espinoso es su relación con Isidre Fainé, presidente de La Caixa y de CriteriaCaixa.
Los dos banqueros, antaño aliados naturales en la burguesía financiera catalana, mantienen desde hace años una relación congelada.
El origen del distanciamiento está en una fusión frustrada entre CaixaBank y Sabadell que nunca cuajó.
Desde entonces, las conversaciones son mínimas y la rivalidad, evidente.
Fainé, que a través de Criteria ha reforzado su posición en grandes compañías españolas, ha preferido mantener distancia con el Sabadell y centrar su estrategia en otros sectores.
Oliu, por su parte, ha hecho del orgullo de independencia su bandera: Sabadell no sería una sucursal de nadie, ni siquiera de La Caixa.
5. David Martínez, el socio incómodo
Entre los enemigos más recientes se encuentra David Martínez, el empresario mexicano y accionista del banco.
Martínez fue durante años un aliado estratégico, pero la relación se ha agriado tras la fallida OPA del BBVA, que apuntala otros negocios del inversor en su país natal.
Algunos en el entorno del Sabadell lo acusan de “traidor” por haber apoyado la operación.
El propio Oliu, sin pronunciarse en público, dejó claro su malestar al blindar al banco frente a cualquier intento de control externo.
El episodio ha dejado una sola cicatriz en el consejo de administración.
6. La familia Lara y el desencuentro con Planeta
Otro punto de fricción fue con la familia Lara, dueños del Grupo Planeta y máximos accionistas de Atresmedia.
José Manuel Lara Bosch, fallecido en 2015, fue uno de los socios de Oliu en aquella misma aventura accionarial.
Pero tras los años de crisis, los Lara se desmarcaron del Sabadell con cajas destempladas.
La relación, marcada por diferencias sobre la estrategia del banco y la pérdida de valor de las acciones, se enfrió hasta desaparecer.
En la actual Barcelona postprocés, donde Planeta también trasladó su sede a Madrid, el distanciamiento entre ambas sagas es evidente, aunque no existan las asperezas de antaño.
7. Carlos Torres, el enemigo que le dio la gloria
El último enemigo ha sido el presidente del BBVA, Carlos Torres, que cree que Oliu filtró a la prensa sus intenciones con el ánimo de desactivar la operación.
Y piensa que la cúpula del Sabadell ha practicado cierto juego sucio.
La OPA ha convertido a Oliu en protagonista de la batalla financiera más sonada de los últimos años.
Contra pronóstico, y gracias a la lista de errores de Torres (el momento, el precio o la estrategia triunfalista), el veterano presidente ha resistido tras abrazarse metafóricamente a la senyera con la comprensible y eficaz ayuda de La Moncloa y la Generalitat.
Superviviente
Josep Oliu es, al mismo tiempo, el último representante de una banca familiar y el superviviente de un sistema financiero devorado por fusiones y crisis.
Llegó a la presidencia del Sabadell en 1999 —liderada previamente por su padre, Joan Oliu i Pich— y desde entonces ha estado a punto de llevarla a la quiebra y de resucitarla del brazo del CEO César González-Bueno.
Su carrera académica y su red de contactos —vicepresidente del Círculo de Economía, miembro de las fundaciones Princesa de Asturias y de Girona, y presidente de FEDEA— le han garantizado una influencia que trasciende lo bancario.
Dos hombres de traje se saludan estrechando las manos y sonriendo frente a un fondo gris claro
González-Bueno y Oliu.
El banquero, de famosa ideología conservadora pese a su sintonía con los socialistas (que quizá ha facilitado que su joven hijo Ovidi haya fichado por Telefónica, tal y como adelantó Elcierredigital.com), ha hecho de la discreción una herramienta y del pragmatismo una filosofía.
Y el Sabadell, pese a que se asomó al abismo hace un lustro, ahora encara nuevos bríos.
Oliu afronta esta nueva etapa con la autoestima reforzada, la necesidad de forjar alianzas que disipen la amenaza de otra OPA y compensar el sacrificio que hizo del banco británico TSB para salvar la independencia… bancaria.