Antonio Tejero fue trasladado ayer a su casa familiar de Valencia, tras estar hospitalizado en ‘estado crítico’ y haberle dado la extremaunción
Antonio Tejero Molina, el ex teniente coronel de la Guardia Civil que protagonizó el intento de golpe de Estado del 23 de febrero del 1981, se encontraba estos pasados días en ‘estado crítico’ a sus 93 años de edad.

Y así lo manifestó, incluso, la familia del propio Tejero.
En un primer comunicado aseguraba que el militar llevaba varios años pasando por un estado de salud delicado.
Precisamente, las diferentes versiones de una información errónea llevó a muchos medios de comunicación a anunciar este pasado jueves, 23 de octubre, que había fallecido.
Aquí tengo que entonar el mea culpa.
El teniente coronel Antonio Tejero Molina no ha muerto.
Soy periodista y amo mi profesión, a la que llevo dedicando mi vida, ya más de 40 años.
Y no me pesa pedir disculpas si me equivoco.
Lo fundamental es que rectificamos inmediatamente.
Eso es lo mejor que tiene el periodismo digital, que puedes cambiar con rapidez. En el papel, esto sería imposible.
Por otra parte, he de decir que ocurrió tras un previo y extenso trabajo de comprobación, como pueden atestiguar los redactores de este periódico.

Una labor de investigación que comenzamos nada más saber que, durante esa misma madrugada, al ex teniente coronel Tejero ya le habían administrado la extremaunción.
Y que lo había hecho su propio hijo, el sacerdote Ramón Tejero Díaz, conocido como ‘Moncho’.
Desde primeras horas de esa madrugada los rumores de la muerte del militar golpista sonaban a cada instante.
Pero nosotros decidimos no dar pábulo a ello.
Desde primera hora fuimos informando paso a paso sobre el delicado estado de salud de Tejero.
Como así nos lo confirmó la propia familia. Está en “estado crítico”, se nos dijo.
Y volvimos a confirmar que se le había administrado la extremaunción.
Fueron doce horas, más o menos, las que estuvimos rechazando creer los rumores o noticias que nos llegaban sobre la muerte del militar golpista.
Ni tampoco dimos credibilidad a las esquelas, que ya aparecían en las redes sociales, ni a los mensajes de pésame.
Y así pueden atestiguarlo todos los redactores de nuestro periódico.
Cronología de un error
Pero sobre las 13 horas del jueves 23 de octubre, los rumores pasaron a ser más consistentes. Y aún más numerosos.
Ante esa avalancha de mensajes, nos pusimos a ‘confirmar’ con más profundidad la noticia de la posible muerte de Tejero.
Y lo hicimos por cuatro fuentes diferentes. Una de ellas, incluso, era la familia directa del militar Antonio Tejero.
Y entonces decidimos dar crédito a esa información.
Siempre —hasta ese momento— me habían enseñado, y así lo transmito yo en las aulas como profesor universitario, que el periodismo de investigación necesita, para dar como buena una noticia, al menos la contrastación de tres fuentes.
Pues esta vez no fue bastante. Equivocación total. La realidad supera a la teoría.
En este caso, ni siquiera fueron tres las fuentes consultadas, fueron cuatro. Pero no sirvió.
Y, además, todas muy diferentes, como mandan los cánones de la profesión.
Se contrastó con varios grupos de mandos de guardias civiles, con reconocidos compañeros de profesión y hasta en grupos de la derecha más radical, próxima a Tejero.
Pero, además, con familiares directos del propio militar.
Y todos afirmaban: “Tejero ha muerto, descanse en paz”.
Y como mi profesión es mi vocación, me duele, y mucho, que nos hayamos equivocado.
Aunque lo hayamos hecho casi todos los medios. Y es que eso de ‘mal de muchos…’ a mí no me consuela.
Me he dado cuenta, a mi madurez informativa, que ni diez fuentes valen para casos así.
Si no se tiene el comunicado familiar expreso, la partida de defunción o la comunicación oficial del centro hospitalario, no se puede asegurar nada.
Sin eso, nada vale. Ni cuatro, ni diez fuentes solventes.
Para nuestro periodismo de investigación la muerte de una persona es, y debe ser, algo muy serio.
De extrema gravedad, un hecho que afecta a todos.
Por eso, debía esta explicación a todos nuestros lectores de elcierredigital.com, que cada día son más y más.
Como también a los miles de seguidores de nuestros canales audiovisuales (como el podcast ‘El Hilo de la Cometa’) y a los que nos siguen en nuestras redes sociales.
Hablar sirve. Pero el escribir inspira más. Cuando uno escribe vuelca todo lo que lleva dentro. Y lo hace con sinceridad.
Y, esta madrugada del 24 de octubre, mi corazón me pedía sentarme a escribir para decir que nos hemos equivocado como periodistas.
Otros casos de muertes mal avanzadas
Pero este no es el único caso de una muerte mediática mal avanzada. Ha ocurrido en otras ocasiones.
La última, y muy significativa, fue el anuncio por otros medios de comunicación de la muerte del líder socialista extremeño Guillermo Fernández Vara, que no se produjo hasta varias horas después.
Dicen los grandes expertos que cuando te sientes mal lo mejor es escribir.
Y quizá por eso lo hago, porque estoy cansado del llamado nuevo periodismo, ese que nos domina hoy en día.
Donde lo único que preocupa es la inmediatez, el SEO y que “el Dios Google” coja la noticia.
Y, sobre todo, la rentabilidad económica del clic por encima de lo que es periodismo.
Quizá por eso debía una explicación a todos nuestros lectores.
Y que sepan que nunca vamos a cercenar, que es lo que desean los enemigos del periodismo de investigación, la gran labor informativa que hacen todos los redactores de elcierredigital.com.
Son ya más de siete años de un intenso y sacrificado trabajo, a costa de sudor, lágrimas y, sobre todo, mucho esfuerzo.
Con nuestros aciertos y algún desacierto, como este. Pero a mí me gusta ser visible, dar la cara y no esconderme en una nube.
Decía el maestro don Emilio Romero que “el periodismo es un Ferrari y hay que saber conducirlo.
Y, sobre todo, saber pisar el freno a cada rato”. Que razón tenía. Pisas y pisas, y algún día te estampas.
Pero así es el reporterismo que vive en la calle. El que sufre de las fuentes, y no el del poder establecido ni el del mensaje al dictado.
Es nuestro periodismo. Y en una comunicación tan personalizada como la que tenemos, las prisas no son buenas consejeras.
Los periodistas de investigación somos maratonianos, somos corredores de fondo. Y debemos ir contra las premuras.
Era necesario dar una explicación. Y aunque contrastáramos la información, la chequeamos mal.
Siempre prefiero ser luz, hasta que pueda o me dejen.
Y seguir escribiendo con la libertad que me da mi pluma (o el teclado) en una solitaria madrugada.
Y decir, sin cortapisas, que:
“El ex teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero Molina, uno de los protagonistas del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, se encuentra en situación de estabilidad clínica y ha recibido el alta hospitalaria“.
Así lo asegurado su familia en un comunicado remitido a EFE por sus abogados, en el que actualiza la información del estado de salud del ex teniente coronel y donde asegura que continuará “su recuperación en el entorno familiar”.
Antonio Tejero Molina, de 93 años, estaba ingresado hasta este viernes en un centro hospitalario de Carcaixent (Valencia), cerca del domicilio de su hija Elvira.
Y lo estaba en “estado terminal”, según señaló su familia en un primer comunicado facilitado unas horas antes.